viernes, 23 de noviembre de 2007

LA LUCHA CONTRA EL URBANISMO SALVAJE

Dos jubilados logran que el

juez frene un plan urbanístico

La justicia paraliza la expropiación de una casa en la huerta murcianaPedro Camacho Valencia desborda sensatez: "Si mi casa estorba, me voy, que la tiren. Pero que me den otra parecida. No me puedo ir a un piso a mi edad". Desde 1946, Pedro, de 89 años, vive en una modesta casa en la huerta de Murcia junto a su esposa, Violante Pardo, de 84. La casa interrumpe el trazado elegido por el ayuntamiento para una enorme avenida en Murcia.
El urbanismo salvaje parece haber perdido una batalla. La huerta de Murcia va camino de ser un reclamo publicitario. Decenas de grúas se alzan sobre el verde de los naranjos. Pero aún quedan huertanos, como Violante y Pedro, que viven rodeados de limones, acequias y animales.
Las máquinas han llegado al borde de su casa. La avenida Miguel Induráin, con tres carriles en cada sentido, un proyecto emblemático del Ayuntamiento de Murcia para servir de nuevo eje a la ciudad, ya se ha comido el resto de huertos.
El matrimonio buscó a Eduardo Salazar, letrado de ecologistas y causas perdidas. El 10 de mayo de 2007, dos técnicos municipales se presentaron en su casa y le entregaron a Pedro un papel dándole un plazo de cinco días para desalojar su finca. En el papel se decía que, o lo hacía así o sería desalojado por la fuerza. La amenaza era explícita.

Antecedentes

- Pedro y Violante de 84 y 89 años viven desde hace 60 años en una modesta finca de la huerta de Murcia

El ayuntamiento de la ciudad trazó sobre su casa una gran avenida dentro de un gigantesco proyecto inmobiliario para la capital

La pareja pidió el realojo en otra casa de la huerta para preservar su salud

y no en un piso

El juez ha accedido y sólo permite el derribo si el consistorio les compra una casa con frutales

El matrimonio alega que ha criado en esa finca a sus cinco hijos y quiere seguir viviendo en la huerta hasta el final de sus días

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